Las remontadas de este Real Madrid en la Champions han conseguido enganchar a Mbappé, Rudiger y Haaland. Los dos primeros vivieron en sus carnes como víctimas la magia del Bernabéu y al noruego, que tiene un ofertón del Manchester City sobre la mesa, se le ponen los dientes largos cuando se imagina vestido de blanco.
No ha habido mejor campaña de publicidad para el Real Madrid del futuro que las remontadas de esta temporada en la Champions. Los históricos partidos ante el PSG, el Chelsea y el Manchester City han impactado al mundo y los grandes futbolistas no han sido ajenos a ese sentimiento entre la envidia y la estupefacción.
Mbappé fue el primero en darse cuenta de lo que se siente cuando el Real Madrid, impulsado por ese estado de trance al que le lleva el Bernabéu, te atropella sin que te des cuenta. Nadie hizo más que Kylian porque el PSG se metiera en cuartos de la Champions. Pero el Madrid se cruzó en su camino con un cuarto de hora memorable que apeó de Europa al equipo construido para ganar esta Champions. Si su decisión de irse al Real Madrid era antes firme, desde entonces se convirtió en irrevocable.
Aliarse con el enemigo
A Rudiger le ocurrió tres cuartos de lo mismo. El alemán sucumbió, igual que sus compañeros, al empuje de Vinicius y Benzema en Stamford Bridge. Después, fue uno de los responsables de que el Chelsea resucitara en el Bernabéu y se pusiera 0-3 con un pie en semifinales… hasta que volvió a desatarse la locura en el estadio del Real Madrid. Rudiger, que había coqueteado incluso con el Barça y que estaba incluso cerca de renovar con el Chelsea, tuvo claro desde esa noche que su futuro pintaba en blanco.
Y el tercero en discordia puede ser Erling Haaland. El noruego, víctima de una temporada plagada de lesiones, se ha librado de pasar por el Bernabéu con el Borussia Dortmund, pero sí asistió en la noche del pasado miércoles a lo que el Real Madrid le hizo al Manchester City. Curiosamente, dos de sus pretendientes, frente a frente. Lo que ocurrió en el Bernabéu ya es historia de la Champions y del fútbol. Y Haaland lo sabe. Ahora sólo falta saber en qué lado de la historia quiere estar el noruego.